La contaminación y la pérdida de hábitats son problemas, pero la escasa concienciación y la inestabilidad regional desvían los recursos.
A pesar de su pequeño tamaño, Jordania presenta una gran variedad de accidentes geográficos y ambientes, como desiertos, ramblas y cañones, tierras altas montañosas, el Mar Muerto, muy salino, y el extremo septentrional del Mar Rojo. También es uno de los países con mayor escasez de agua del mundo, y el cambio climático, los elevados costes energéticos y la superpoblación están agravando el problema.
La crisis siria y el enorme número de refugiados han añadido presión a los limitados recursos del país. La degradación del suelo, la contaminación y la pérdida de hábitats también son problemas, pero la escasa sensibilización y la inestabilidad regional pueden desviar recursos de la protección medioambiental y obstaculizar la gestión de las zonas protegidas.
La escasez de agua afecta especialmente al sector agrícola jordano y, según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo, casi el 70 % de los trabajadores de las explotaciones agrícolas está compuesto por refugiados sirios. El carácter estacional e informal del trabajo agrícola expone a los refugiados a unas condiciones de vida precarias, y las limitadas oportunidades de subsistencia hacen especialmente vulnerables a los hogares encabezados por mujeres. El trabajo en el sector agrícola se caracteriza por los bajos salarios, las largas jornadas, las malas condiciones laborales, la falta de salud y seguridad en el trabajo y el trabajo infantil.
Para reducir la pérdida de agua y aumentar la sostenibilidad medioambiental, 15,000 agricultores reciben formación sobre temas como técnicas de riego inteligente, selección de cultivos en función del suelo y la estación, sistemas de gestión del agua y uso de energía solar.