El océano es el mayor sumidero de carbono de la Tierra y nuestro más aliado más poderoso en la lucha contra el cambio climático. También es una fuente de alimentación para gran parte de la población mundial y motor de la economía global; según las Naciones Unidas, el 40% de la población mundial depende del océano para alimentarse y trabajar, mientras que el 90% del comercio mundial se transporta por vía marítima.
Sin embargo, hoy en día, este recurso natural está en peligro por nuestras acciones. La contaminación y la sobreexplotación de los ecosistemas marinos amenazan la salud del océano y, por tanto, la nuestra. La inmensidad del océano nos hace olvidar su fragilidad ante cada acción individual. Seguimos viviendo en un planeta en el que los ríos y los mares son vistos y utilizados como vertederos.
La rica biodiversidad marina de la que dependemos también está en peligro. La desgarradora imagen de un barco lleno de aletas ilustra los cientos de tiburones mutilados y desechados en el mar. Algunas poblaciones de tiburones han disminuido en un 80% en las últimas décadas; un claro ejemplo del efecto devastador de actividades ilegales como el "finning", o la sobrepesca, que son perjudiciales para el delicado equilibrio de nuestros ecosistemas marinos.
Como país que conecta los dos océanos más grandes, Panamá tiene un papel único que desempeñar.
El océano necesita nuestra atención y las naciones líderes deben abogar por su salud. Precisamente por ello, la ONU ha declarado este periodo como la . Como país que conecta los dos océanos más grandes, Panamá tiene un papel único que desempeñar en este esfuerzo; según la NASA, la aparición del actual Panamá es el acontecimiento geológico más importante de los últimos 60 millones de años. A pesar de representar una pequeña porción de la Tierra, el Istmo de Panamá tiene un enorme impacto en el clima mundial, afectando a las corrientes oceánicas y a la biodiversidad global.
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