Una alianza para salvar de la extinción al jambato negro de páramo
Cinco años después del redescubrimiento del Atelopus ignescens, emblemática especie de rana arlequín, investigadores y líderes comunitarios unen esfuerzos para conservarla en su último refugio.
Quien vivió su infancia en el centro-norte de los Andes ecuatorianos, antes de la década de los ochenta, seguro ha oído hablar del jambato; compañero de juegos, inspiración de dichos populares y parte de la vida diaria de los habitantes de estas tierras. Por su extraordinaria abundancia llegó a ser la imagen mental de la palabra “sapo”. Por eso, no sorprende que la palabra kichwa para llamar a estos anfibios, “jambatu”, se adaptara al español como nombre común de esta especie.
Sin embargo, una generación más tarde, ya era una leyenda. Mientras los científicos de todo el mundo alertaban sobre una ola de extinciones de anfibios (sobre todo de las ranas arlequín), los niños escuchaban historias de jambatos ausentes. Luego de una intensa búsqueda, en 1988, un grupo de científicos ecuatorianos anunciaron a esta especie como “posiblemente extinta”.
Con el tiempo se esfumaba de la memoria colectiva hasta que en 2016 el jambato volvió a sonar en los medios de comunicación. David Jailaca, un niño de 10 años, la redescubrió cuando cortaba alfalfa en su casa, en una remota localidad de la provincia de Cotopaxi. Para él era un sapo más de la zona, pues no sabía que se trataba de una especie tan buscada. Solo cuando escuchó que se ofrecía una recompensa para quien lo encontrara, supo lo especial que era. Después de esto, se confirmó que el jambato todavía sobrevivía en este lejano valle. La noticia hizo historia.
Inmediatamente, el Centro Jambatu inició un programa de crianza en laboratorio el cual ha logrado reproducir a la especie bajo condiciones controladas y actualmente cuenta con una población de respaldo en sus instalaciones.
No obstante, se desconocía el estado de la población silvestre. Por esta razón, en junio del 2021 se inició una nueva fase de investigación enfocada en conocer las percepciones y características de la comunidad local para identificar oportunidades y actores , y sentar las bases para diseñar un plan de trabajo.
Poco después se consiguieron fondos semilla de Amphibian Survival Alliance, a través de la beca ASA 2021 Phil Bishop Amphibian Conservation Start-up Grant; y de Stiftung-Artenschutz, del Fondo para la Conservación de Anfibios, para realizar una investigación más profunda sobre el estado poblacional del jambato y trabajar con la comunidad. Esta primera etapa inició en noviembre del mismo año.
En la actualidad, a través de la articulación de líderes locales e investigadores/as se gestionan los fondos y se ejecutan las actividades enmarcadas en el proyecto. Gracias al apoyo de instituciones aliadas se realiza un monitoreo mensual de esta especie y se ha identificado una población pequeña, aparentemente saludable. El hallazgo de hembras grávidas y renacuajos indica que la población se está reproduciendo y se observa una estrecha relación con el paisaje agrícola. Sin embargo, quedan aún muchas preguntas por responder.
Por esta razón, el trabajo con las comunidades es sumamente importante. De la mano de las autoridades parroquiales se coordinan actividades para promover un diálogo de saberes, indagando sobre el conocimiento previo de esta especie y dando a conocer su biología y rol dentro de los ecosistemas que comparten con la gente. Además, se ha planificado realizar actividades vivenciales para que las personas de la comunidad puedan generar un mayor vínculo con el jambato, sensibilizándose sobre la importancia de respetar y conservar a esta especie y a toda la biodiversidad.
A pesar de los esfuerzos, la situación extremadamente crítica de esta especie ha motivado al equipo de investigadores a buscar más organizaciones con quienes han creado la “Alianza por el Jambato”. Esta Alianza busca unir esfuerzos para posicionar al jambato, Atelopus ignescens, como una especie emblemática y salvarla de la extinción, a través de investigación y acciones de conservación tanto in situ como ex situ, que involucren a la comunidad local.
Para lograrlo, se mantiene un enfoque integral que incluye:
- Evaluar el estado de conservación de la última población conocida de esta especie y sus amenazas (ej. hongo quítrido, cambio climático) para desarrollar medidas de mitigación y/o adaptación;
- Sensibilizar y desarrollar capacidades en la comunidad para apoyar su conservación;
- Generar un plan de acción establecido para su conservación in situ involucrando a la comunidad local y proponiendo actividades que la beneficien (ej. turismo de naturaleza y/o agroecología);
- Mantener y apoyar la conservación ex situ de la especie para contar con una población de respaldo para futuras reintroducciones y/o translocaciones; y
- Ejecutar una estrategia de comunicación para informar sobre los avances del proyecto y obtener el apoyo que se necesita para darle sostenibilidad.
El mayor logro del equipo ha sido la unión de esfuerzos para conseguir un grupo de trabajo interdisciplinario y colaborativo. Su meta principal es lograr la conservación de la última población conocida de Atelopus ignescens (en Peligro Crítico) mediante un trabajo de investigación que les lleve a desarrollar acciones concretas de conservación; y el involucramiento participativo y comprometido de la comunidad local.
Tal vez nunca lleguemos a entender completamente por qué desapareció el jambato o por qué sobrevivió en este pequeño valle. Pero necesitamos identificar las amenazas locales que podrían llevarlo a su extinción definitiva y trabajar intensamente en atenuarlas. También debemos potenciar los factores que le permitan prosperar y, en esto, las comunidades locales juegan un papel fundamental porque son parte de la misma red ecológica. Por mucho tiempo fue el símbolo más dramático de las extinciones de anfibios en el Ecuador; ahora queremos que se convierta en un ícono de la conservación.
Juntos podemos salvar al jambato que “volvió de la extinción”. ¡No podemos desaprovechar esta segunda oportunidad! Llena este formulario para conocer cómo puedes involucrarte:
La Alianza por el Jambato está conformada por: María del Carmen Vizcaíno-Barba (FLACSO Ecuador y Sociedad Ecuatoriana de Etnobiología ); Juan Manuel Guayasamín, Mateo Vega, Amanda B. Quezada (Universidad San Francisco de Quito); David Parra-Puente (Fundación Jocotoco); Mónica Páez-Vacas, Sofía Carvajal-Endara, David Salazar, Gabriela Maldonado-Castro (Universidad Tecnológica Indoamérica); Andrea Terán-Valdez, Luis A. Coloma (Centro Jambatu); Gustavo Pazmiño-Otamendi, Andrés Marmol-Guijarro, Micaela Stacey-Solís, Andrea Varela-Jaramillo (3Diversity); Martín R. Bustamante, Gabriela Arévalo, Soledad Torres, Stefany Obando (Zoológico de Quito); Lina Valencia (Re:wild); Luis Fernando Marin da Fonte (Amphibian Survival Alliance); María José Navarrete, Laura Gómez-Mesa (investigadoras independientes); Stiftung-Artenschutz; Iniciativa de Supervivencia Atelopus; y la Oficina Regional para América del Sur de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El gobierno parroquial en el que sobrevivió el jambato y la comunidad local son también fundamentales en esta unión de esfuerzos.
Para más información puedes contactarte con [email protected]; María del Carmen Vizcaíno [email protected] y/o Juan Manuel Guayasamín [email protected]