¿Qué se puede hacer?
Prácticas específicas relacionadas con el cultivo y la producción de aceites vegetales pueden ser perjudiciales para la biodiversidad y el clima. De hecho, estudios científicos muestran un patrón coherente: cuanto más intensivo es el manejo de la tierra (incluidas las prácticas de monocultivo, la irrigación y la ausencia de vegetación natural cercana) menor es la biodiversidad. Este patrón parece ser válido para todos los cultivos oleaginosos. En otras palabras, las prácticas de producción determinan gran parte del impacto sobre la biodiversidad.
Aunque todos los cultivos oleaginosos ocupan tierras, se pueden gestionar para reducir su impacto sobre la biodiversidad.
Todas las partes interesadas deben sopesar cómo y dónde cultivar mejor las plantas oleaginosas, quién se beneficia de ellas y cómo minimizar sus impactos.
Las prácticas importan: el impacto de los cultivos de aceites vegetales en la naturaleza y en las comunidades depende de cómo y dónde se producen, se financian, se comercializan, se especula con ellos y se consumen. Para minimizar los dñs, las partes interesadas deben centrarse en las buenas prácticas a lo largo de la cadena de valor. La agricultura regenerativa, la agrosilvicultura y los estándares agroquímicos, así como el trabajo justo, son ejemplos de buenas prácticas. En un caso de estudio en Indonesia, por ejemplo, dejar un pequeño número de árboles naturales en medio de una plantación de palma aceitera fomentó la biodiversidad sin afectar significativamente a la producción total de aceite.
Evitar la expansión de los cultivos oleaginosos a ecosistemas naturales: El aumento de la producción de aceite vegetal necesario para satisfacer la demanda prevista para 2050 puede requerir millones de hectáreas adicionales de tierra. Esta demanda puede satisfacerse con una menor expansión en los ecosistemas naturales, si:
- Las nuevas políticas exigen que la expansión de los cultivos oleaginosos no provoque la conversión de los ecosistemas naturales.
- Se dispone de aceite sintético. Los aceites sintéticos pueden ser una solución, pero requerirán mucha materia prima (ya que los microbios necesitan nutrientes) y energía.
- Se invierte para aumentar el rendimiento en las tierras de los pequeños agricultores. Hay al menos 270 millones de pequeños agricultores en África, Asia y América Latina, que producen más del 70-80% del suministro mundial de alimentos. Pero debido a su falta de economías a escala, su baja productividad y sus limitados conocimientos y medios de producción, la mayoría de esos agricultores viven en la pobreza con bajos rendimientos. Ayudar a los pequeños agricultores también mejoraría los sistemas alimentarios diversificados, por ejemplo, incluyendo más cultivos mixtos y agrosilvicultura, lo cual presenta oportunidades prometedoras para la producción de aceite vegetal y para la biodiversidad.
- Se hacen las inversiones adecuadas. La inversión es fundamental para satisfacer la demanda creciente de aceites vegetales, especialmente en África, donde se prevé el mayor crecimiento demográfico y la mayor demanda. Los bancos y otras partes interesadas deben empezar a invertir en cultivos oleaginosos bien administrados y producidos de forma sostenible. Al mismo tiempo, deben garantizar que no se produzcan cultivos oleaginosos en ecosistemas naturales o que estén asociados a violaciones de los derechos humanos.
- La producción de cultivos oleaginosos destinada a la producción de carne (5%) o biocombustibles (16%) es menor. Esto requeriría materias primas animales y energéticas alternativas, así como una reducción del consumo de carne y de energía.
El derecho a saber: Los consumidores preocupados tienen derecho a conocer el impacto de los aceites que consumen. Sin embargo, a menudo faltan pautas objetivas para los consumidores de aceite y para los inversores. Mejorar la trazabilidad y la transparencia permite tomar decisiones con conocimiento, y contribuye a que los productores, los inversores y los compradores asuman sus responsabilidades.