“Nos encontramos en una carrera cuesta arriba para tratar de revertir la pérdida de biodiversidad”: Dr. Thomas Brooks, Científico Principal de la UICN, conversa sobre ciencia y conservación.
El Dr. Thomas Brooks es el Científico Principal de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Durante su visita a la Oficina Regional de la UICN para México, América Central y el Caribe (ORMACC), conversamos con el Dr. Brooks sobre la relación que existe entre la conservación y la ciencia, y su importancia de para una organización como la UICN.
El Dr. Thomas Brooks, originario de Brighton, Reino Unido, es B.A. en Geografía por la Universidad de Cambridge (1993) y Doctor en Ecología y Biología Evolutiva por la Universidad de Tennessee (1998). Se ha especializado en conservación de especies amenazadas, especialmente aves, y en puntos críticos de biodiversidad, regiones en donde existe una especial concentración de biodiversidad amenazada por la actividad humana. Cuenta con amplia experiencia de trabajo de campo en los bosques tropicales de Asia, América del Sur y África, y es autor de alrededor 300 artículos científicos y de divulgación. En la UICN, sus responsabilidades incluyen, entre otras, el apoyo científico para el desarrollo de productos de conocimiento bajo los estándares de la UICN, el relacionamiento de la UICN con otras instituciones científicas y el fortalecimiento de la cultura científica dentro de la Unión.
Al proporcionar una forma estructurada para verificar ideas y comprender la probabilidad de alcanzar resultados específicos, la ciencia es un elemento fundamental para toda disciplina aplicada, ya sea ingeniería, educación o medicina, nos comenta el Dr. Brooks; “sin embargo, podríamos decir que la ciencia es especialmente importante para la conservación, ya que esta es una disciplina con una línea de tiempo muy marcada”. Para el Dr. Brooks, estamos luchando contra el reloj. ”Nos encontramos en una carrera cuesta arriba para tratar de revertir la pérdida de biodiversidad”. Agrega, “aunque inevitablemente cometeremos errores en ese camino, es muy importante que aprendamos de ellos, entendiendo cada vez mejor lo que sí funciona y lo que no funciona para que podamos enfocar nuestra energía, nuestros recursos y, lo que es más importante, nuestro tiempo, en acciones que realmente tengan un impacto en la conservación de la biodiversidad. La ciencia nos proporciona la base para hacerlo”.
Desde su fundación hace más de 70 años, y a lo largo de toda su historia, la UICN ha reconocido firmemente la importancia de dotar una base científica sólida a la conservación. El papel fundamental de la ciencia dentro de la Unión se refleja en sus Estatutos, que definen objetivos relacionados con el apoyo a la investigación científica, el análisis de datos frente a un conjunto de estándares científicos, el apoyo a la medición de la conservación y la garantía de la independencia y la integridad científica en el trabajo de la UICN.
Para lograr estos objetivos, la UICN ha establecido siete Comisiones de expertos, una característica esencial de la Unión que representa el principal mecanismo a través del cual la ciencia avanza al servicio de la conservación. Como explica el Dr. Brooks, el hecho de que las Comisiones sean órganos independientes y de plazo determinado las hace particularmente adecuadas para su función. “Las Comisiones se establecen en el marco de los Congresos Mundiales de la Naturaleza para cumplir mandatos establecidos y abordar preguntas específicas durante los cuatro años posteriores al Congreso. En la práctica, muchas de las Comisiones permanecen activas por muchos años o muchas décadas, ya que los desafíos de la conservación son generalmente desafíos de muy largo plazo”, agrega el Dr. Brooks. “Sin embargo, las Comisiones no se dan por sentadas, sino que responden muy deliberadamente a las necesidades expresadas por los Miembros de la Unión. Esto proporciona una base para garantizar que el trabajo realizado por esas Comisiones no esté impulsado por intereses económicos o políticos particulares”, agrega.
Cuando se le pregunta acerca de un ejemplo concreto de las contribuciones de las Comisiones de la UICN a la conservación, el Dr. Brooks no duda en mencionar la , el producto estrella por el cual la Unión es probablemente más reconocida. La Lista Roja, establecida dentro de la Comisión de Supervivencia de Especies (CSE), permite evaluar el riesgo de extinción de las especies. Si bien la Lista Roja es muy relevante para todo tipo de acciones de conservación y desarrollo sostenible en general, no es prescriptiva. La Lista nos dice, “esta es la información sobre la especie, dónde vive, qué amenazas enfrenta, qué tipo de acciones de conservación ayudarían a aliviar esas amenazas”, pero no nos dice “eso significa que este Gobierno tiene que establecer un área protegida aquí o este negocio necesita reformar su práctica aquí”, explica el Dr. Brooks. Esta es una característica muy importante del proceso de desarrollo de políticas dentro de la UICN, en el que las Comisiones desempeñan el papel de asesores independientes, brindando la base científica para cualquier debate orientado a desarrollar mociones que se convierten en Resoluciones a ser adoptadas por los Miembros en los Congresos Mundiales de la Naturaleza.
El hecho de que la información científica sea relevante pero no prescriptiva para la formulación de políticas, asume particular importancia cuando pensamos en cómo incorporar el conocimiento de los Pueblos Indígenas (PI) y las comunidades locales en la toma de decisiones relacionadas con la conservación. El Dr. Brooks reconoce que aprovechar el conocimiento y la experiencia de las personas que viven más cercanas a la naturaleza es crucial. En este sentido, el hecho de que muchos PI y comunidades locales vivan en los lugares más importantes para la biodiversidad hace que la aplicación del conocimiento indígena y local en la conservación sea aún más necesaria.
Sin embargo, este no es un proceso sencillo. “Hay desafíos prácticos como el idioma, desafíos de tiempo, desafíos de confianza y desafíos en torno a la claridad sobre lo que va a suceder con la información que los PI y las comunidades locales proporcionan”, señala el Dr. Brooks. “En este sentido, ha habido muchas acciones bien intencionadas pero equivocadas; casos en los que, por ejemplo, para proteger a una especie que estaba amenazada, se introdujeron regulaciones sobre la caza, la recolección o el comercio, pero sin reconocer el hecho de que la amenaza a esta especie no provenía de la recolección, sino de la agricultura insostenible, el cambio climático o la introducción de especies invasoras”. Es por ello que, “para poder aplicar el conocimiento indígena y local a la evaluación de una especie importante para la subsistencia local, es muy importante que no haya una conexión automática entre esa evaluación y una regulación específica, y esa regulación tiene que ser puesta en contexto junto con otra información”, enfatiza.
La aplicación de información científica en acciones de conservación también enfrenta otros desafíos, siendo uno de ellos la presión temporal que enfrenta la conservación y el hecho de que la ciencia pueda ser percibida como un proceso extenso, que requiere tiempo para generar, procesar, revisar y publicar datos.
En el contexto de la crisis múltiple que enfrenta nuestro planeta, “podemos tener la tentación de tomar atajos”, dice el Dr. Brooks. “Sin embargo, tenemos que reconocer que no tenemos tiempo para volver a cometer los mismos errores y reinventar la rueda. Si invertimos en proporcionar a nuestras acciones unas bases científicas sólidas para asegurarnos de que los procesos de planificación también sean sólidos y que las acciones de conservación se implementen de manera adaptativa, y si apoyamos el monitoreo y la documentación continuos de lo que realmente está sucediendo como resultado de esas acciones, entonces realmente podríamos derivar en un círculo virtuoso que beneficiará la conservación y mejorará las probabilidades de supervivencia de la vida en la Tierra”.
Durante su visita a Costa Rica, el Dr. Brooks y otros miembros del equipo científico de la UICN participaron en discusiones desafiantes y enriquecedoras con los equipos técnicos de la UICN ORMACC sobre cómo fusionar la investigación científica y la acción en el terreno, abriendo nuevos caminos para fortalecer la interacción en las diferentes escalas de trabajo de la UICN. El Dr. Brooks también se dirigió a profesores y estudiantes de la Universidad de Costa Rica (UCR) a través de una inspiradora charla magistral titulada “¿Realmente funciona la conservación?”, organizada en colaboración con la Facultad de Biología y la Facultad de Geografía de la UCR.