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íܱ 09 Ago, 2023

Jóvenes mayas promueven soluciones basadas en la naturaleza para una agricultura sostenible en el altiplano guatemalteco

Treinta jóvenes de San Juan Comalapa, en Guatemala, encuentran en la agricultura sostenible una fuente de empleo local que les permite continuar con sus estudios, aportar a la economía familiar y contribuir a la adaptación al cambio climático.

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Photo: @ASPROC

A través del Programa de Pequeñas Donaciones del Proyecto Altiplano Resiliente, 30 jóvenes mayas aplican técnicas de agricultura sostenible, que incorporan prácticas ancestrales, en el altiplano de Guatemala. 

Ciudad de Guatemala, Guatemala, 09 de agosto, 2023. La falta de empleo y las afectaciones en la agricultura por cambios en las condiciones climáticas son causas de migración de la población joven de San Juan Comalapa, un municipio de población maya del departamento de Chimaltenango, Guatemala.

En ese contexto, la Asociación de Productores Comalapenses (ASPROC) trabaja en la búsqueda de oportunidades para que las personas jóvenes de San Juan Comalapa obtengan ingresos económicos que contribuyan a evitar la migración.

Una de esas oportunidades se dio en el marco de la implementación del Programa de Pequeñas Donaciones del Proyecto Altiplano Resiliente, iniciativa que, desde 2020, busca reducir el impacto del cambio climático en el ciclo hidrológico de las cuencas del altiplano guatemalteco, para aumentar la resiliencia del ecosistema y de las poblaciones locales.

ASPROC fue una de las organizaciones de base comunitaria seleccionadas por el Proyecto Altiplano Resiliente para implementar un proyecto de pequeña subvención, centrado en actividades de educación y capacitación para jóvenes indígenas, así como en actividades agrícolas para generar ingresos.

En noviembre de 2021 iniciaron actividades para la producción agrícola y uso de abonos orgánicos, basados en el conocimiento ancestral, incluyendo la recolección de microorganismos y de plantas nativas de los bosques locales, como quequestle, campanilla, higuerillo, quilete, cola de caballo, nopal, ruda, maíz, chichicaste y flor de muerto.

Además, crearon un programa de capacitación local para la aplicación de bioinsumos, destinado al control de hongos, bacterias, insectos y nematodos, guiado por agricultores adultos expertos de su comunidad.

Hasta el momento, han construido 2.222 metros cuadrados de invernadero para la producción agrícola y cuentan con un vivero forestal y una parcela de plantas autóctonas.

Frutos del esfuerzo
@ASPROC
Para Cristian Giovany Caná Simón, de ASPROC, el proyecto de agricultura sostenible ha permitido que las personas jóvenes de San Juan Comalapa encuentren oportunidades de desarrollo en su propia comunidad.

De acuerdo con el técnico de campo y joven integrante de ASPROC, Cristian Giovany Caná Simón,

Con los recursos económicos obtenidos, los jóvenes se sostienen para costear su formación académica. Dos de ellos pudieron continuar con sus estudios de nivel primario; seis están en la escuela secundaria; quince en nivel medio superior (secundaria superior) y siete están ahora en estudios universitarios.

El proyecto también ha evitado que los jóvenes migren fuera de su comunidad, al proporcionar una fuente de trabajo e ingresos económicos. “También proporcionan el alimento diario para su familia y generan trabajo para evitar la migración y la desintegración familiar”, agrega Caná.

Un gran desafío

Durante el año uno, el grupo se enfrentó a desafíos organizacionales, como la falta de habilidades para el trabajo solidario y responsable, a los que se sumaron desafíos técnicos, como el control de plagas y enfermedades de los cultivos agrícolas, y el uso racional del agua.

Con asesoría técnica, ASPROC logró resolver estas dificultades y fortaleció la solidaridad y el trabajo en equipo, orientado hacia una agricultura sostenible, con enfoque de Adaptación basada en Ecosistemas (AbE).

Jovenes productores
@ASPROC
Las buenas prácticas agrícolas desarrolladas por este grupo de jóvenes mayas están contribuyendo a la conservación de los bosques de la comunidad.

Al segundo año de operación, el grupo alcanzó el dominio total del manejo agronómico de cultivos y el uso de bioinsumos, logrando iniciar la comercialización de sus productos.

Como resultado, este grupo de jóvenes logró la recuperación de prácticas ancestrales que, combinadas con conocimientos tecnológicos, como el uso de invernaderos, derivaron en una mejor producción de cultivos, tanto en época de lluvia como en época seca. Lo que les permite adaptarse mejor al cambio climático, ya que las condiciones de producción (temperatura, humedad, plagas) se manejan mejor en los invernaderos.

Cosecha sostenible

Ahora, mediante el uso de la tecnología de invernaderos, es posible producir 11,33 toneladas de tomate por 1.000 m2 de invernadero, lo que representa un ingreso neto promedio de USD 10.000 al año, con un invernadero de 2.222 m2. Un ingreso que puede cubrir los gastos básicos anuales de una familia de cuatro a cinco miembros.

Este grupo de jóvenes ha consolidado una serie de buenas prácticas agrícolas en la comunidad, donde sobresale el manejo y conservación del bosque como fuente de insumos para la fabricación de biofertilizantes.

Esto fue relevante durante 2021 y 2022, ya que los precios de los agroquímicos tuvieron un incremento de más del doble, demostrando que el modelo productivo también es resiliente a las fluctuaciones económicas.

La conservación de los bosques, a su vez, proporciona valiosos servicios ecosistémicos que ayudan a las comunidades a adaptarse al cambio climático, como la disponibilidad de agua y el control de la erosión del suelo, que, combinados, reducen la vulnerabilidad de los territorios rurales.

Comalapa Guatemala
@UICN
El Proyecto Altiplano Resiliente busca, desde 2020, reducir el impacto del cambio climático en el ciclo hidrológico de las cuencas del altiplano guatemalteco.

El proyecto Altiplano Resiliente es implementado por el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN), el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), el Instituto Nacional de Bosques (INAB), y el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSIVUMEH), con la asistencia técnica y financiera de la UICN, en colaboración con la Fundación para la Conservación de los Recursos Naturales y Ambiente en Guatemala (FCG) y la Universidad Rafael Landívar, a través del Instituto de Investigación en Ciencias Naturales y Tecnología (IARNA) de la Vicerrectoría de Investigación y Proyección (URL-VRIP), gracias a fondos provenientes del GCF (Green Climate Fund) y la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (KOICA).

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