¿Está la agrobiodiversidad destinada a desaparecer?: El caso de la quinua del Altiplano Peruano
CEESP News: by CEESP member Pierina Benites Alfaro
La presión por generar productos de alto rendimiento en campo, destinados eminentemente al mercado, ha transformado la agricultura de los Andes, en particular porque dicho espacio es el centro de origen genético de muchos tubérculos y granos, entre los que destacan mundialmente la papa y la quinua.
One of the last quinoa agrobiodiversity conservationists, Julio Paco Jove, from Chaupi Sahuacasi Quechua Community (Puno - Peru) and his small area for native quinoas. Photo © Nancy Pierina Benites Alfaro, 2020.
No obstante, la promoción de dichos cultivos no corresponde precisamente al fomento de una diversidad llamada a ser conservada a través de normativas internacionales y nacionales, sino a la progresiva estandarización de los cultivos, que pone en riesgo una serie de valores asociados a su preservación, a saber, pueblos originarios, saberes ancestrales, soberanía alimentaria, seguridad alimentaria, y servicios eco sistémicos que permiten la sustentabilidad de los sistemas productivos.
Si bien a nivel Estado, existe una necesidad de mejorar la productividad de los cultivos, esta se asocia exclusivamente a la idea de incrementar el rendimiento por hectárea, y con ello, aumentar los ingresos por ventas, omitiendo los beneficios no monetarios asociados a la conservación de un cultivo que ha transitado más de 5,000 años en adaptarse al difícil ecosistema denominado Altiplano (Frontera Perú – Bolivia), entre los 3,800 a 4,000 m.s.n.m. La domesticación ancestral del cultivo, no es evidente ante la abrumadora necesidad de los mercados por contar por un producto homogéneo, masivo y altamente comercial.
Si bien Perú y Bolivia siguen liderando el mercado internacional de la quinua, su comercialización se restringe a algunas pocas variedades. Por otra parte, dicho liderazgo no se avizora por mucho tiempo debido al ingreso de 58 nuevos países ofertantes del producto, entre los que destacan Holanda, Estados Unidos y Canadá, los cuales, además de contar con grandes centros de investigación agraria, cuentan con las más importantes empresas semilleristas a nivel mundial, incluyendo aquellas encargadas de diseñar organismos vivos modificados.
Ante este escenario, se evidencia que la visión de promocionar el cambio técnico hacia el uso de una semilla estándar en la pequeña agricultura debe repensarse de acuerdo a las características socio económicas y ecológicas de dichos espacios. En el caso del Altiplano, estos grupos están conformados por poblaciones originarias Quechuas y Aymaras.
Si bien, existe una tradición comunal en el autoconsumo y siembra en pequeños espacios, la quinua originaria y multicolor va perdiendo interés de siembra en las nuevas generaciones: “Mis hijos no siembran la quinua de colores y tampoco los otros jóvenes de la comunidad porque es mucho trabajo comparado con la quinua comercial”, refiere Genaro Miranda, conservacionista de quinua de la zona de Cabana, que cuida de sus quinuas solo con su esposa; “En esta última década han fallecido cinco grandes conservacionistas, y su saber se ha perdido”, señala Julio Paco, conservacionista de la zona de Azángaro, quien también busca soluciones “Existen comidas que se preparan solo con algunas quinuas de colores, debe difundirse su consumo entre los jóvenes” y “buscar compradores que valoren las quinuas”. Tareas pendientes del Estado para la conservación local.